El próximo 15 de noviembre, a las 11:00 horas, en la sede de Afundación de la Plaza de la Constitución de Ferrol, la Asociación Sociocultural ASCM-Galicia celebrará la decimocuarta edición de los Premios Carro de Plata, una cita anual que reconoce a personas e instituciones que trabajan por una sociedad más accesible, inclusiva y solidaria. En esta ocasión, el premio Carro de Plata 2025 en la categoría de Cooperación también ha sido otorgado al obispo de Mondoñedo-Ferrol, monseñor Fernando García Cadiñanos, “por su labor a favor de los más desfavorecidos”. Un reconocimiento que subraya la sensibilidad, la cercanía y la dedicación de un pastor que ha hecho de su vida una entrega constante al servicio de los demás.
Desde su llegada a la diócesis de Mondoñedo-Ferrol, Fernando García Cadiñanos ha dejado una profunda huella en las comunidades parroquiales, en los movimientos sociales y en cada persona que ha tenido ocasión de cruzarse con él. Su estilo pastoral se caracteriza por la escucha, la presencia sencilla y el acompañamiento real a quienes sufren. Su lema episcopal, “Servir y amar”, se hace vida en cada gesto, en cada palabra y en cada visita. No hay frontera que limite su disponibilidad, ni problema humano que no despierte su atención. Como recuerda el Evangelio de Marcos, “El Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos” (Marcos 10:45). Ese mismo espíritu de servicio es el que inspira su tarea, especialmente con los colectivos más vulnerables: personas con discapacidad, familias sin recursos, migrantes, mayores y jóvenes en riesgo de exclusión.
La Asociación Sociocultural ASCM, fundada en 1987, lleva casi cuatro décadas trabajando por la plena inclusión de las personas con discapacidad. Su labor abarca áreas como la accesibilidad universal, la formación, el empleo inclusivo y el voluntariado solidario, y cada año reconoce con los Premios Carro de Plata a quienes contribuyen a construir una sociedad más justa. En este 2025, la entidad ha querido destacar la figura del obispo de Mondoñedo-Ferrol por su compromiso evangélico con los más pobres y olvidados, un compromiso que se traduce en hechos concretos y no en palabras vacías. Desde su llegada a la diócesis, Fernando García Cadiñanos ha impulsado proyectos de Cáritas, ha fortalecido la pastoral social, ha visitado residencias, centros de salud, comedores sociales y comunidades rurales, siempre con una sonrisa y una palabra de consuelo. Su presencia es signo de esperanza en una tierra que, como tantas, sufre los efectos de la despoblación y la precariedad.
El papa Francisco ha pedido en muchas ocasiones que los pastores sean “obispos con olor a oveja”, cercanos a la realidad de su pueblo. En ese sentido, Fernando García Cadiñanos encarna ese ideal con naturalidad. No se esconde tras los muros del despacho episcopal, sino que camina entre la gente, se detiene a conversar, escucha sin prisa y acompaña con ternura. Como dice el Evangelio de Juan: “Yo soy el buen pastor; el buen pastor da su vida por las ovejas” (Juan 10:11). Y quienes lo conocen bien, aseguran que esa frase resume a la perfección su manera de entender el ministerio. Para él, la Iglesia no puede permanecer ajena a los problemas del mundo. Debe ser “una Iglesia que acoge, que tiende la mano, que cura las heridas”. Por eso, su voz se ha alzado muchas veces en defensa de la dignidad de las personas con discapacidad, de los sin techo, de los trabajadores que pierden su empleo y de las familias que lo pasan mal.
Su formación intelectual, unida a su sensibilidad pastoral, le permite unir la fe y la acción social con coherencia y profundidad. No se trata solo de creer, sino de actuar; no solo de rezar, sino de transformar la realidad desde el Evangelio. Como recuerda el apóstol Santiago: “Muéstrame tu fe sin obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras” (Santiago 2:18). Y en las obras de Fernando García Cadiñanos —su empeño en tejer redes de solidaridad, en fortalecer las Cáritas parroquiales, en promover la educación en valores cristianos— se refleja una fe viva, comprometida y esperanzadora.
En tiempos de desánimo y fracturas sociales, Fernando García Cadiñanos representa la esperanza activa. Habla con convicción, pero también con humildad. En su ministerio no busca reconocimiento, sino servir a Dios y a las personas. Por eso, el Carro de Plata 2025 no solo premia a un obispo: premia a un estilo de vida basado en la compasión, la justicia y el amor evangélico. Él mismo suele recordar las palabras de Jesús: “Tuve hambre y me disteis de comer; tuve sed y me disteis de beber; fui forastero y me acogisteis” (Mateo 25:35). Esa es su hoja de ruta, el Evangelio hecho carne en el día a día de su servicio episcopal.

El Carro de Plata que recibirá este 15 de noviembre tiene un profundo valor simbólico: representa el esfuerzo colectivo por avanzar hacia una sociedad en la que nadie quede atrás. Y qué mejor destinatario que un obispo que ha hecho de la inclusión, la empatía y la cercanía las claves de su ministerio. Su testimonio nos recuerda que la santidad no consiste en grandes gestas, sino en los pequeños gestos de amor cotidiano. Como dijo el propio Jesús: “Lo que hicisteis con uno de estos mis hermanos más pequeños, conmigo lo hicisteis” (Mateo 25:40).
Fernando García Cadiñanos, obispo de Mondoñedo-Ferrol, recibe el Carro de Plata 2025 no solo como premio, sino como confirmación de una vocación auténtica: ser un pastor bueno, humano y entregado, reflejo vivo del Evangelio en nuestra tierra gallega.