Ferrol es una ciudad con un patrimonio inmenso, con una historia naval y arquitectónica que la hace única en Galicia y en España. Precisamente por eso, resulta tan importante que la imagen que proyectamos hacia fuera esté a la altura de lo que la ciudad representa. La primera impresión de un visitante, muchas veces, no se forma en los grandes monumentos ni en los discursos oficiales, sino en los pequeños detalles cotidianos: una calle limpia, unas baldosas en buen estado, un entorno cuidado. En esos detalles se refleja realmente el compromiso de una ciudad con su propio futuro.
En estos días, muchos visitantes han pasado por Ferrol, recorriendo sus calles, descubriendo su casco histórico, admirando sus iglesias, su Arsenal, su Semana Santa y su valiosa arquitectura modernista. Sin embargo, también se han encontrado con una realidad que, lamentablemente, desluce todo ese esfuerzo: el estado del atrio de la Capilla de la Orden Tercera.
La fotografía que acompaña este artículo habla por sí sola. En pleno corazón de la ciudad, a escasos metros del Parador de Turismo y de algunos de los puntos más visitados de Ferrol, las hierbas crecen entre las losas del atrio, trepando por las paredes y transmitiendo una sensación de abandono. La piedra noble, que debería brillar como reflejo de nuestra historia, queda oculta tras el descuido. El visitante que llega con ilusión, que se detiene a contemplar la portada de la capilla o a fotografiar su entorno, no puede evitar reparar en ese deterioro.
Es evidente que el Ayuntamiento ha mostrado en ocasiones una capacidad de respuesta rápida y eficiente. Un ejemplo muy positivo lo encontramos recientemente en la Plaza del Callao, donde las rejillas dañadas se solucionaron con diligencia, evitando riesgos y mejorando la imagen de la zona. Ese es el camino correcto: actuar con decisión en lo pequeño para que la suma de esas acciones genere una ciudad más cuidada y atractiva.
Sin embargo, no es de recibo que el atrio de la Orden Tercera permanezca en este estado de abandono. No se trata de una cuestión secundaria ni menor: estamos hablando de un espacio de valor histórico, cultural y turístico. Es, además, un lugar de tránsito constante, donde vecinos y turistas confluyen. El contraste entre la belleza arquitectónica del edificio y la dejadez de su entorno inmediato es demasiado evidente como para pasarlo por alto.
Desde la más absoluta corrección y respeto institucional, creemos necesario hacer un llamamiento al Ayuntamiento de Ferrol para que actúe con prontitud en la limpieza y mantenimiento de este espacio. El esfuerzo no requiere una gran inversión: basta con una limpieza periódica, la retirada de hierbas, un repaso en las juntas de las losas y un mínimo control del entorno. Acciones sencillas que, sin embargo, tienen un enorme impacto en la percepción ciudadana y turística.
Porque, no nos engañemos: la imagen de una ciudad se construye tanto en lo monumental como en lo cotidiano. Podemos inaugurar proyectos de gran envergadura, pero si los pequeños rincones que forman parte del día a día de los vecinos y de la visita de los turistas aparecen descuidados, la impresión global será siempre insuficiente. En este sentido, Ferrol tiene todavía mucho camino por recorrer, y es precisamente en los detalles donde más se nota la diferencia entre una ciudad que funciona y otra que da la espalda a su propio patrimonio.
El turismo, que tantos esfuerzos requiere atraer, es especialmente sensible a estos aspectos. Un viajero que visita Ferrol por primera vez no se lleva únicamente en la retina la imagen de la iglesia, del Arsenal o de la Ruta Modernista. Se lleva también la sensación de si la ciudad está cuidada, si sus calles transmiten vida, si los espacios históricos están respetados. Un atrio cubierto de hierbas, en pleno centro y junto a un templo histórico, no es precisamente la mejor tarjeta de presentación.
No se trata de buscar culpables ni de plantear críticas destructivas. Todo lo contrario. Este artículo quiere ser una invitación al Ayuntamiento a redoblar esfuerzos, a aplicar esa misma eficacia que se ha demostrado en otros puntos de la ciudad. Ferrol merece que sus espacios más emblemáticos estén a la altura de su historia y de su potencial. Y los ferrolanos, que viven cada día la ciudad, merecen también sentirse orgullosos de cada rincón.
En definitiva, el atrio de la Orden Tercera necesita una intervención urgente. No pedimos grandes obras ni inversiones desmesuradas, sino simplemente atención, cuidado y respeto por nuestro patrimonio. En una ciudad que aspira a crecer, a consolidarse como destino turístico y a mejorar la calidad de vida de sus vecinos, estos detalles marcan la diferencia.
Ferrol tiene aún mucho por hacer, pero también tiene una gran oportunidad por delante. Si cuidamos lo pequeño, lograremos que lo grande brille con más fuerza. Y esa es la responsabilidad y el compromiso que esperamos ver reflejados en la acción municipal.