Santiago Cantera y el arte de la obediencia voluntaria pero forzada

Santiago Cantera y el arte de la obediencia voluntaria pero forzada

🕊️ Cuando te imponen algo con tanto amor…

El Padre Santiago Cantera, ex prior de la abadía del Valle de los Caídos, ha abandonado por fin el lugar que tantos titulares, debates y oraciones ha generado en los últimos años. Pero como buen monje con vocación literaria y aroma medieval, no lo ha hecho sin dejar tras de sí un mensaje cuidadosamente elaborado:

“Aunque todo esto que estoy viviendo con mi comunidad nos haya sido impuesto, lo acogemos con mirada sobrenatural y con la paz que el mundo no es capaz de dar, sino que sólo Dios puede proporcionar.”

La frase es oro puro. Para unos, un acto de humildad espiritual; para otros, un “me echan, pero me voy cantando gregoriano”. Porque lo interesante no está en lo que dice, sino en lo que sugiere. Lo han impuesto, pero lo acogen. Como cuando te invitan amablemente a abandonar una cena familiar porque “estás levantando la voz otra vez”.

Y es que la obediencia, en ciertos contextos, parece tener más que ver con la logística que con la fe. Una obediencia mística, sí, pero que lleva cajas, baja retratos, firma papeles y dice adiós sin hacer demasiado ruido, aunque en el fondo te gustaría cerrar la puerta con un poco más de fuerza.

“En comunión total”

Otra de las frases que merecería estar bordada en punto de cruz es la de la “comunión total”. Porque en la Iglesia, uno puede estar en comunión total mientras firma el desacuerdo con lágrimas de incienso. Es esa delicada gimnasia espiritual en la que todo se acepta porque no se puede cambiar, pero se matiza porque tampoco se quiere del todo.

Cantera ha sido durante años el guardián del símbolo más pétreo del nacionalcatolicismo español. Su figura ha despertado pasiones, fobias, aplausos y titulares, pero siempre se ha mantenido en una especie de resistencia revestida de obediencia. Como quien cumple, pero mirando al suelo con gesto de “esto no es lo que quería”.

La obediencia de los otros

En otro contexto, esta frase suya sobre la imposición podría haber sido portada de ciertos medios que suelen criticar cuando otros obedecen órdenes que no comparten: decisiones judiciales, leyes aprobadas por mayoría, resultados electorales. Pero cuando se trata de obedecer a Roma, la imposición se convierte en virtud, y la resignación en mística.

De ahí que esta salida del Valle, más que una marcha, parezca una escenificación ritual. Algo entre la despedida de Frodo y el exilio de un confesor bizantino. Solo que aquí, en lugar de hobbits o emperadores iconoclastas, tenemos al prior de una comunidad benedictina que se va porque lo mandan, aunque con la elegancia de quien se despide como si lo hubiera decidido él.

El verdadero milagro

Quizá el milagro más grande no sea que Cantera acepte la decisión “con paz sobrenatural”, sino que se haya ido sin montar un altar improvisado en la puerta. Porque el Valle —ese lugar que mezcla cemento, historia, devoción y propaganda— no es fácil de soltar. Menos aún para quienes lo han hecho suyo como un feudo espiritual.

Pero se va. Obediente. Con mirada celestial. Y dejando claro que, aunque no estaba de acuerdo, lo acepta por amor a la Iglesia. Es decir, como tantos otros obedientes que nunca salen en los titulares.

Porque a fin de cuentas, no hay nada más revolucionario que decir “sí” con cara de “no”, y aún así parecer más santo que nunca.

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