El asesinato de Monseñor Óscar Arnulfo Romero el 24 de marzo de 1980 marcó un punto de quiebre en la historia de El Salvador y de la lucha por los derechos humanos en Latinoamérica. Su muerte no fue un acto aislado, sino el resultado de una conspiración entre los Escuadrones de la Muerte, el aparato represivo del Estado y una red internacional de complicidad que alcanzó incluso el Vaticano y la CIA. A continuación, presentamos los hechos y nombres que revelan la profundidad de esta trama de terror.
La influencia del Opus Dei y Comunione e Liberazione
Durante el 27° reinado pontificio, el Vaticano llevó a cabo una purga sistemática de obispos con posturas conciliarias y progresistas, reemplazándolos con miembros del Opus Dei y Comunione e Liberazione (CL). Esta estrategia garantizó una iglesia alineada con intereses conservadores y con la estructura del poder hegemónico de la Guerra Fría. En este contexto, Monseñor Romero se convirtió en una voz incómoda para la jerarquía eclesiástica, denunciando con nombres y pruebas la represión del ejército salvadoreño.
Con expedientes y testimonios en mano de la represión de los corderos de Dios en el país, Romero enfrentó a Karol Wojtyla, le mostró fotografías y expedientes de sacerdotes asesinados por el régimen, era evidente que Juan Pablo no estaba en una situación muy cómoda y que quería evitar a toda costa esa entrevista. Al principio se quejó de que no era necesario que llegasen con tanto documento ya que allí no tenían tiempo para leer tanta cosa, luego que Monseñor le mostró fotografías del sacerdote Octavio Ortiz masacrado con el rostro desfigurado, Romero le hizo ver que fue acusado de comunista antes que se cometiera la barbarie, a lo que Karol contestaría lacónicamente: “¿Acaso no lo era?”. Esto impactaría emocionalmente a Monseñor que esperaba una respuesta diferente, luego, para sellar con broche de oro, el Papa le aconseja que debe acercase al gobierno del general Humberto Romero ya que era un militar católico y algo positivo debía haber en su gestión.
La indiferencia polaca ante la represión
Cuando Monseñor Romero entregó documentos detallados sobre la violencia sistemática del ejército salvadoreño y las decisiones políticas que la facilitaban, esperaba encontrar apoyo en la Santa Sede. Sin embargo, su denuncia cayó en oídos sordos. El Papa polaco no solo desestimó las pruebas, sino que también restó importancia al diálogo con Romero, evidenciando una preocupante conexión entre la Iglesia y los intereses militares estadounidenses.
La campaña de desprestigio desde el Vaticano
El Nuncio Apostólico y ciertos obispos aliados con sectores conservadores se encargaron de enviar reiterados informes difamatorios contra Romero al Vaticano. Estas relaciones no solo distorsionaban su labor pastoral, sino que justificaban el abandono de su causa por parte de la Santa Sede, facilitando su aislamiento y eventual asesinato.
¿De las manos del Vaticano a la CIA?
Uno de los aspectos más turbios de esta historia es el destino de la documentación que Romero entregó al Papa. Según declaraciones de un teólogo, estos documentos terminaron en las oficinas de la CIA, sugiriendo una colaboración entre el Vaticano y los servicios de inteligencia estadounidenses. Esto refuerza la hipótesis de que la información entregada por Romero fue utilizada para monitorear y reprimir a los sectores de la Iglesia comprometidos con la justicia social.
José María Castillo, reconocido teólogo progresista, ha denunciado la forma en que ciertos sectores eclesiásticos han servido a intereses políticos y militares, en lugar de defender a los pueblos oprimidos. Su análisis contribuye a esclarecer cómo la Iglesia institucional, a través de la influencia de grupos conservadores como el Opus Dei y CL, contribuyó al aislamiento de Romero y a la neutralización de su mensaje.
“Tampoco lo mataron por haber permitido la entrada del comunismo en la iglesia salvadoreña, como vino a decirle Juan Pablo II en una audiencia en el Vaticano de la que Monseñor Romero salió abatido y desolado, a lo que Romero le respondió: “Pero, Santo Padre, en mi país es muy peligroso hablar de anticomunismo, porque el anticomunismo lo proclama la derecha, no por amor a los sentimientos cristianos, sino por el egoísmo de cuidar sus intereses”. Ese anticomunismo, le dijo, defendía el capitalismo y perseguía a la Iglesia, y muy especialmente a los sacerdotes, religiosos y religiosas, catequistas, líderes de comunidades, defensores de derechos humanos, afirma Castillo
El asesinato de monseñor Romero tiene la misma o similar explicación que la ofrecida por Jon Sobrino sobre el asesinato con nocturnidad y alevosía de sus compañeros jesuitas: lo mataron porque analizó la situación real de El Salvador y fue a la raíz de los problemas. Dijo la verdad del país en sus homilías, programas radiofónicos y declaraciones públicas. Desenmascaró la mentira y practicó la denuncia profética. Fue conciencia crítica de una sociedad de pecado y conciencia creativa de una sociedad distinta, la utopía del Reino de Dios entre los pobres. ¡Y eso no se perdona!
Así, pues, la jerarquía eclesiástica ha sido utilizada para justificar regímenes represivos y deslegitimar movimientos de liberación. En el caso de Romero, la postura oficial del Vaticano, especialmente la del Papa Juan Pablo II en aquel momento, puede ser vista como una estrategia para desactivar la teología de la liberación y alinear a la Iglesia con los intereses del bloque occidental durante la Guerra Fría.
La bala «desflagrante»: Una firma estadounidense
El término «desflagrante» se refiere a una reacción de combustión rápida, pero sin explosión supersónica. No es un término comúnmente usado para armas de fuego convencionales.
Romero fue asesinado por un francotirador que utilizó una bala «desflagrante», un tipo de proyectil no perforante que solo estaba disponible para el ejército estadounidense. Esto confirma que el arma homicida provino del apoyo militar de EE. UU. a El Salvador, lo que refuerza la teoría de que su asesinato fue perpetrado por un miembro del ejército salvadoreño bajo instrucciones de fuerzas extranjeras.
Un crimen con muchas sombras
El asesinato de Monseñor Romero no fue solo el acto de un francotirador anónimo, sino la culminación de una operación que involucró a la oligarquía salvadoreña, la cúpula eclesiástica conservadora, los servicios de inteligencia estadounidenses y un clima de impunidad promovido por la Guerra Fría. La conexión con Polonia y el papel del Vaticano en este entramado son piezas clave para entender el asesinato de uno de los mártires más importantes de América Latina. La historia sigue revelando nombres y hechos que exigen justicia.
El papa Francisco reconoció que «sacerdotes y obispos» orquestaron una campaña de difamación contra el arzobispo de San Salvador Oscar Arnulfo Romero, asesinado hace 35 años, con el fin de bloquear su beatificación, finalmente celebrada en mayo pasado. “»Lo estaban lapidando con la piedra más dura que existe en el mundo: la lengua», lamentó sin tapujos el papa argentino ante los fieles y obispos salvadoreños que viajaron a Roma para agradecerle la beatificación de monseñor Romero y abogar por su pronta canonización”
Fuentes:
La Iglesia y los movimientos sociales en América Latina» – Gustavo Gutiérrez
Este autor, uno de los principales teólogos de la liberación, ofrece un análisis crítico de cómo la Iglesia reaccionó frente a la teología de la liberación en el contexto de los cambios políticos y sociales en América Latina durante la Guerra Fría. Gutiérrez discute las tensiones entre la postura oficial del Vaticano y los movimientos populares que buscaban la justicia social.
«Juan Pablo II y la Teología de la Liberación» – Jon Sobrino
Jon Sobrino, uno de los teólogos de la liberación que estuvo cercano a Monseñor Romero, examina la relación del Papa Juan Pablo II con la teología de la liberación, centrándose en las críticas que hizo la jerarquía eclesiástica a este movimiento y cómo el Papa trató de frenar su influencia.
Documentos del Vaticano sobre la Teología de la Liberación
Puedes encontrar varios documentos oficiales del Vaticano que responden a la teología de la liberación, incluidos los mensajes papales y las cartas apostólicas de Juan Pablo II, en los archivos del Vaticano o en publicaciones académicas que analizan las políticas del Papa durante su pontificado. Muchos de estos documentos están disponibles en línea a través del sitio oficial del Vaticano o en bibliotecas académicas especializadas.
«La iglesia y la política en América Latina: La era de la represión» – César R. Rodríguez
Este libro profundiza en el rol de la Iglesia Católica en América Latina, especialmente en cómo la jerarquía eclesiástica se posicionó frente a los gobiernos represivos y los movimientos sociales, a menudo con la postura oficial del Vaticano bajo Juan Pablo II en su contexto político durante la Guerra Fría.