El Papa fulmina al Nuncio: ¿Cuándo se va el obispo de Cádiz, Rafael Zornoza?

El Papa fulmina al Nuncio: ¿Cuándo se va el obispo de Cádiz, Rafael Zornoza?

La historia del sacerdote Rafael Vez Palomino, ex cura de Conil, es un reflejo de la crisis interna que sacude a la Diócesis de Cádiz y Ceuta. Su caso pone en evidencia el trato recibido por algunos miembros del clero que han osado cuestionar la gestión económica y administrativa del obispo Rafael Zornoza Boy.

Un destino cuestionable en plena pandemia

En 2020, cuando le tocaba renovar su cargo por otros seis años, el Obispado decidió apartarlo de la parroquia de Conil y destinarlo como capellán del Hospital de Puerto Real. Un nombramiento que, en teoría, parecía una reasignación común dentro de la estructura eclesiástica, pero que en la práctica resultó ser una trampa burocrática.

Obediente, Rafael Vez Palomino acudió a su nuevo destino. Sin embargo, la directora del centro hospitalario detectó de inmediato que el sacerdote era un paciente de alto riesgo de grado 4, una información que había sido alertada por su propio médico de cabecera. Ante la falta de Equipos de Protección Individual (EPI) adecuados y la imposibilidad de acceder a la UCI o moverse por los pasillos, su única opción era permanecer encerrado en un despacho. Dadas sus afecciones circulatorias, esto le resultaba inviable.

El propio hospital confirmó su asistencia y notificó al Obispado sobre la situación, pero la respuesta fue tajante: lo acusaron de no haberse presentado y lo suspendieron del ejercicio sacerdotal por desobediencia. Tres meses después, la dirección del hospital certificó que el sacerdote sí había acudido a su destino, pero desde el Obispado se aferraron a la excusa de que no recibieron la documentación oficialmente.

Cuatro años de espera y aislamiento

La suspensión, decretada en noviembre de 2020, implicó que Rafael Vez Palomino no pudiera celebrar misa en público ni participar en la vida parroquial. Además, se le exigió abandonar la casa parroquial de Conil, aunque, asesorado por su abogado, optó por permanecer a la espera de una nueva asignación que nunca llegó.

Cuatro años después, sus pertenencias seguían empaquetadas en un cuarto con vista al patio, esperando una resolución que nunca llega. Y es que su destitución nunca tuvo un motivo claro, sino que fue el resultado de una serie de represalias por denunciar públicamente ciertas irregularidades dentro de la Diócesis.

Las críticas que le costaron el cargo

En 2018, Rafael Vez Palomino comenzó a notar despidos improcedentes dentro de instituciones ligadas a la Iglesia, como Cáritas, la Biblioteca diocesana y el Seminario. Se cesaba a cocineros, sacristanes y conserjes para contratar a personas afines a la cúpula eclesiástica. Además, la gestión de los cementerios y las políticas de alquiler de propiedades de la Diócesis reflejaban una clara orientación mercantilista.

El sacerdote no guardó silencio. Publicó en Facebook dos artículos dirigidos al Ecónomo de la Diócesis en los que denunciaba la forma en que se manejaban los recursos económicos de la Iglesia: con un enfoque patrimonialista y de rentabilidad, en lugar de un espíritu evangélico. Estas críticas llamaron la atención de algunos medios de comunicación y generaron un debate interno en la Iglesia, pero también marcaron su sentencia dentro de la estructura diocesana.

Consecuencias económicas y el respaldo del pueblo

Desde su suspensión, Rafael Vez Palomino ha sufrido un recorte drástico en sus ingresos. Se le retiraron todos los complementos salariales, quedando únicamente con el Salario Mínimo Interprofesional de 1.083 euros mensuales, doce pagas al año en lugar de catorce.

El obispo Zornoza no solo ha prohibido que el sacerdote resida en Conil, sino que ha dejado en el aire su futuro dentro de la Iglesia. Mientras tanto, el pueblo de Conil, que lo vio trabajar incansablemente durante seis años, esperaba el posible desahucio para actuar en consecuencia.

Autoritarismo en la Iglesia y su impacto en la fe

El caso de Rafael Vez Palomino ilustra una problemática más amplia dentro de la Iglesia: el autoritarismo de ciertos sectores eclesiásticos y su impacto en la comunidad de creyentes. Teólogos progresistas como Hans Küng o Leonardo Boff han advertido sobre cómo la falta de transparencia, el abuso de poder y el enfoque institucionalista alejan a los fieles y desvirtúan el mensaje evangélico.

Según Küng, «una Iglesia que impone obediencia ciega y reprime el pensamiento crítico corre el riesgo de convertirse en una estructura autorreferencial, alejada del Evangelio y del sufrimiento del pueblo». Por su parte, Boff ha insistido en que «el clericalismo es una forma de opresión que se aleja del verdadero servicio a la comunidad, promoviendo privilegios en lugar de compromiso con los más necesitados».

El mal testimonio de los líderes eclesiásticos ha generado desencanto en muchos fieles de buen corazón, que ven cómo las estructuras de poder priman sobre la justicia y la misericordia. La falta de coherencia entre el mensaje cristiano y las acciones de algunos dirigentes no solo erosiona la confianza en la Iglesia, sino que refuerza el alejamiento de quienes buscan una fe auténtica y comprometida.

¿Un cambio inminente en la Diócesis?

El clima en la Diócesis de Cádiz y Ceuta se ha vuelto insostenible, y el caso de Rafael Vez Palomino es solo la punta del iceberg. La destitución del Nuncio Apostólico por parte del Papa ha abierto una puerta a la esperanza para aquellos que han sufrido bajo la gestión de Zornoza. La gran incógnita es: ¿cuándo se irá el obispo de Cádiz? La comunidad católica gaditana sigue esperando respuestas y, sobre todo, justicia.

La única solución es clara: la jubilación inmediata de Rafael Zornoza. Su tiempo al frente de la Diócesis ha sido un capítulo de autoritarismo, represión y mercantilismo que ha traicionado los valores cristianos. Cádiz no merece seguir soportando su gestión. Es hora de un relevo que devuelva la dignidad y el verdadero espíritu evangélico a la Iglesia local. ¡Que se marche ya!

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