Resulta imposible acercarse a la figura del sacerdote asturiano Constantino Bada sin recordar el impresionante recorrido académico que lo precede. Su formación es digna de los grandes referentes: estudió Doctorado Pontificio en la Universidad Pontificia de Salamanca, se especializó en Arqueología Palestina e Israel en la mítica École Biblique et Archéologique de Jerusalén (EBAF), continuó en el Pontifical Biblical Institute of Jerusalem en Arqueología bíblica y se doctoró con Licenciatura en Estudios Eclesiásticos y Bachiller en Teología en la misma Universidad Pontificia de Salamanca. Completó su perfil con una Licenciatura en Filología en la Universidad de Oviedo y sumó aún una Licencia en Teología y Arqueología Bíblica en la Pontificia Universidad Gregoriana.
Toda esa sabiduría y bagaje académico no han ido a parar a la torre de marfil, sino que se convierten cada día en cercanía, ingenio y evangelización, especialmente a través de su actividad en las redes sociales, con Facebook como auténtico púlpito digital. Los seguidores de Constantino Bada forman ya una comunidad entregada, participativa y leal, que se ha acostumbrado a contar con sus vídeos, sus actos religiosos transmitidos, sus anécdotas y esa espiritualidad profunda pero sencilla que solo él sabe contagiar.
En el panorama de la Iglesia actual, donde la cercanía y la creatividad valen más que mil títulos, el sacerdote asturiano Constantino Bada se ha convertido en un fenómeno querido pero, sobre todo, profundamente humano. Su presencia en las redes sociales, especialmente en Facebook, es ya legendaria entre aquellos que valoran una fe compartida con alegría, autenticidad y mucha chispa.
Uno de los primeros detalles que salta a la vista al recorrer su muro es la cercanía tan especial que mantiene con sus seguidores. No se trata de una popularidad forzada, ni de conseguir “likes” a cualquier precio. Lo que de verdad impresiona y queda grabado es la manera en que sus feligreses y amigos lo buscan, le esperan y participan activamente en cada publicación, vídeo o reflexión. Constantino no solo suma seguidores: los conquista y los cuida como un auténtico buen pastor digital.

Y no se puede hablar de Constantino Bada sin mencionar esa ingeniosidad creativa que desborda en cada vídeo. Sus contenidos no solo transmiten el mensaje cristiano; lo hacen desde lo cotidiano, con ternura y humor, muchas veces acompañado de su famosa gatita, verdadera protagonista en sus historias. Con la sencillez de un evangelizador del siglo XXI, sabe que un gesto, una sonrisa, un pequeño animalito en la palma de la mano, valen más que cualquier sermón vacío de vida. Ver a Constantino interactuar con su gatita es, para muchos, una catequesis en sí misma: enseña el valor de lo simple, la belleza de lo pequeño y el arte de evangelizar sin artificios.
Los seguidores de Constantino Bada no son una audiencia pasiva. Lo celebran, lo animan, le mandan palabras de cariño y, sobre todo, muestran una fidelidad poco frecuente en tiempos donde pasar de página es tan fácil. De hecho, sus publicaciones suelen generar una conversación constante, donde cada comentario es un testimonio de la comunión que con él se construye. No es raro ver a feligreses de diferentes pueblos de Asturias –y de fuera de la región– agradecerle esos mensajes esperados, esas transmisiones donde une la Palabra de Dios con la realidad cotidiana, el Evangelio con la agenda diaria, el humor con la oración.
Lo suyo es un verdadero ministerio digital, alejado de la frialdad o la superficialidad. Su destreza para moverse en las redes sociales rivaliza con cualquier influencer contemporáneo, pero lo suyo tiene un sello propio: la fe hecha cercanía y la ternura como lenguaje universal. La forma en que utiliza recursos sencillos –historias, canciones, tópicos cotidianos, imágenes entrañables de su mascota– hace que tanto niños como mayores, creyentes o buscadores, se sientan a gusto y en casa.
En tiempos en los que ser sacerdote y ser cercano no es siempre fácil ni común, Constantino encarna un nuevo modelo pastoral, el del párroco entrañable que no teme hacerse pequeño y cercano, que entiende la vida como diálogo y la fe como encuentro. La inventiva con la que gestiona su perfil –desde el humor propio de su tierra asturiana hasta la humildad para mostrarse tal cual es– logra derribar distancias y provocar sonrisas sinceras. Cuántos sacerdotes logran, como él, que un vídeo con su gatita o una anécdota diaria sirvan tanto para evangelizar como para animar a quienes andan bajos de ánimo.
En la Asturias tradicional y en la moderna, no hay duda de que Constantino Bada es un referente y un consuelo para muchos. Sus feligreses lo sienten suyo, lo esperan en las celebraciones, lo buscan en las redes y le toman un cariño basado en la confianza, el respeto y ese humor asturiano capaz de abrazar hasta en la distancia. Si las redes suelen ser a veces fuente de ruido e incomunicación, el perfil de Constantino es oasis y comunidad, encuentro y refugio.
No sorprende que cada vez sean más los que lo siguen, lo comparten y lo recomiendan: su estilo sencillo, su humanidad, y su manera entrañable de meter la presencia de Dios hasta en las cosas más simples –como hacer un vídeo con su gatita– no dejan indiferente a nadie. Y quienes lo ven, quienes lo leen, sienten el deseo contagioso de acercarse, de preguntar, de formar parte de esta parroquia digital tan real y tan necesaria.
En resumen, Constantino Bada ha logrado algo que pocos consiguen: que sus redes reflejen su vida y su misión, que todos los que lo buscan se sientan escuchados y, sobre todo, queridos. Evangeliza con ternura, con humor, con cercanía… y con una gatita que ya es icono en Asturias y más allá. Gracias, Constantino, por demostrar que se puede ser cura, asturiano, ingenioso y sobre todo, un pastor de los de verdad, también en el mundo digital.
José Carlos Enríquez Díaz