El pleno ha fijado ya los festivos locales de 2026: miércoles, 7 de enero, San Xiao, y lunes, 6 de abril, día de Chamorro. Son dos fechas con arraigo, equivalentes a memoria compartida, que identifican a Ferrol desde hace décadas. No hablamos de caprichos del calendario, sino de una tradición estable que la corporación ha refrendado con normalidad institucional.
Frente a esa continuidad, Ferrol en Común planteó sustituir el festivo de San Xiao por el martes de Entroido (17 de febrero). La propuesta es legítima, pero conviene decirlo claro: abrir ahora ese melón es forzar una controversia innecesaria, justo cuando la ciudad necesita foco, sosiego y eficacia. El alcalde, José Manuel Rey Varela, zanjó el asunto con un pragmático “non debemos abrir polémica cos temas de festivos”, recordando que en el mandato de Ferrol en Común se mantuvieron precisamente San Julían y Chamorro. Sentido común y coherencia.
Además, el gobierno local subraya su compromiso con el Entroido —más programación, más comparsas, más iluminación, más actividad—, es decir, apoyo real a la fiesta sin necesidad de mover piezas que ya funcionaban. Se puede cuidar el Entroido sin dinamitar acuerdos amplios alrededor de San Julían y Chamorro. Sostener las tradiciones que nos unen y a la vez impulsar lo que nos proyecta no es contradictorio; es gobernar con jerarquía de prioridades.
Y cuando hablamos de tradiciones que no son solo folclore, sino motor económico y prestigio exterior, pensemos en la Semana Santa ferrolana, Fiesta de Interés Turístico Internacional desde 2014. No es una etiqueta vacía: es una categoría que se gana con años de trabajo de cofradías, voluntariado y ciudadanía. Defenderla y cuidarla no es un gesto partidista, es defender el empleo indirecto, la hostelería, el comercio y la imagen de Ferrol.
Por eso sorprende que algunos prefieran volver a la polémica cíclica. Ya vivimos épocas en las que el debate sobre la Semana Santa acumuló enfrentamientos estériles, malestar social y fricción con entidades de la ciudad. No hace falta reabrir heridas. De verdad: Ferrol no necesita otra batalla cultural. Necesita planificación, inversión y acompañamiento a su talento y su tejido social. Los festivos no son un campo de pruebas ideológicas; son herramientas de cohesión y, bien aprovechadas, de dinamización económica.
Permítanme una reflexión en primera persona. Organicé unas jornadas sobre Derechos Humanos con dos grandes humanistas, Xabier Pikaza Ibarrondo y Roberto Badenas. Costó horrores encontrar local. Todo fueron trabas, pegas, silencios administrativos y dificultades organizativas que reflejan la falta de apoyo de las instituciones. Esto recuerda la gestión de Jorge Suárez cuando fue alcalde de Ferrol: un gobierno marcado por la improvisación, la ausencia de planificación y la tendencia a generar polémicas en lugar de resultados concretos. Durante su mandato, se tomaron decisiones que pusieron en riesgo la continuidad de proyectos culturales y tradiciones consolidadas, mostrando que Ferrol necesita gestión eficaz, no titulares polémicos.
Ferrol no necesita polémicas: necesita trabajo. Necesita cultura que ilumine, industria que eche humo blanco de proyectos aprobados, turismo que pernocte, barrios que reciban cuidados, juventud que encuentre oportunidades aquí, mayores que sientan calor institucional. Necesita, sí, acompañamiento desde la alcaldía, este y todos los días, para prosperar también en fe, porque la fe —para quien la vive— conduce a buenas obras, a servicio, a comunidad. Y para quien no la comparte, la ciudadanía manda: proteger lo que nos da identidad y riqueza.
En este contexto, la postura del alcalde Rey Varela —no entrar al juego de la bronca y afianzar lo que suma— es la correcta. Lo vimos en cada Semana Santa con los festivos y lo vemos en la insistencia por pasar de la retórica a la ejecución. No se trata de decorar titulares, sino de cumplir. Cuando la institución se hace previsible, la gente planea mejor, el comercio responde, la hostelería programa, las cofradías organizan, y la ciudad respira. Ese es el camino.
Termino como empecé: San Julían y Chamorro no son un capricho; son señas de identidad. Cuidarlas no excluye fortalecer el Entroido. Al contrario: suma. Ferrol es más grande cuando junta tradición y futuro, devoción y cultura, productividad y descanso. Por eso hoy quiero reconocer el rumbo del alcalde José Manuel Rey Varela y de su equipo, aplaudir que no se dejen arrastrar por la gresca y que protejan aquello que a Ferrol le conviene. Y que quede claro: a mí no me interesan los colores; me interesa la gente que trabaja por el bien común, por Ferrol, para que todos podamos estar a gusto y bien en nuestra ciudad. Ese es el consenso que de verdad importa.