Infovaticana, el medio digital abiertamente ultraconservador y de inspiración religiosa, ha vuelto a situarse en el ojo del huracán por su virulenta campaña contra el nuevo Papa León XIV. No es la primera vez que este portal, editado por Infovaticana S.L., se enfrenta al Vaticano: ya en tiempos del Papa Francisco fue denunciado directamente por la Santa Sede. Ahora, en un escenario eclesial profundamente polarizado, el medio dirigido por Gabriel Ariza ha activado toda su maquinaria ideológica para intentar impedir la elección del cardenal Robert Francis Prevost como sucesor de Pedro.
La historia de Infovaticana no puede entenderse sin su íntima conexión con Vox, el partido español de ultraderecha liderado por Santiago Abascal. Ambos comparten mucho más que ideología: llegaron a compartir sede física en la calle Nicasio Gallego de Madrid, antigua sede nacional de Vox, y previamente en la calle Trafalgar 1, donde hoy se encuentra el sindicato afín al partido, Solidaridad.
Detrás del medio está Gabriel Ariza, hijo de Julio Ariza, el controvertido empresario navarro propietario del Grupo Intereconomía. Ambos figuran como piezas clave en la configuración del ecosistema mediático que ha impulsado a Vox desde sus inicios. Gabriel Ariza no solo administra Infovaticana, sino que también es el responsable de empresas como Tizona Comunicación S.L. y Lepanto Estrategy S.L., estrechamente ligadas al aparato propagandístico del partido.
Tizona, en particular, juega un papel crucial: asesora a Vox en materia de comunicación, forma a sus portavoces, organiza eventos y gestiona varios de sus canales paralelos. Según Federico Jiménez Losantos, “es un aparato de Vox pero sin ser de Vox, pero al que Vox da dinero”. La fundación Disenso, vinculada directamente al partido, ha contratado sus servicios, y también lo ha hecho ISSEP, la escuela de formación ideológica promovida por Marion Maréchal, nieta de Jean-Marie Le Pen.
El papel de Ariza va incluso más allá del ámbito mediático. A través de la editorial Ivat S.L., se canalizaron ingresos que llegaron hasta los 63.600 euros anuales para Lidia Bedman, segunda esposa de Santiago Abascal, una figura recurrente en el universo digital de la derecha española.
Este conglomerado ideológico-mediático ha tenido en el cónclave vaticano su más reciente campo de batalla. Desde días antes de la elección, Infovaticana inició una intensa campaña contra el cardenal Robert Prevost, recientemente convertido en Papa León XIV. El medio publicó acusaciones de encubrimiento de abusos sexuales cometidos durante su etapa como obispo en Chiclayo, Perú, aunque no aportó pruebas sólidas y las acusaciones fueron tildadas de infundadas por diversos sectores eclesiales.
Tal fue la agresividad de los ataques que el propio Prevost, antes de ser elegido Papa, se enfrentó personalmente a los redactores de Infovaticana. Según el propio medio, el cardenal les recriminó por publicar información reservada de la Congregación para la Doctrina de la Fe y expresó su “frustración y dolor” por las falsas acusaciones difundidas.
Las tensiones se trasladaron incluso a figuras cercanas al pontificado anterior. En los días previos al cónclave, el redactor Jaime Gurpegui protagonizó un tenso encontronazo con James Martin y Austen Ivereigh, defensores del legado reformista del Papa Francisco. La reacción de ambos ante la presencia de Infovaticana fue descrita por Gurpegui como “francamente reveladora”: Martin dio media vuelta sin mediar palabra, e Ivereigh los enfrentó con indignación por su campaña contra Prevost.
Pero, ¿por qué esta animadversión hacia León XIV? La respuesta está en sus decisiones pastorales, sus alianzas y su historia personal. Cuando era prefecto del Dicasterio para los Obispos, Prevost tomó una determinación que enfureció a los sectores conservadores: destituyó a José Antonio Eguren, arzobispo de Piura y miembro del Sodalicio de Vida Cristiana, organización disuelta por el Papa Francisco por sus escándalos de abusos y corrupción.
Detrás de la ofensiva mediática se encuentran personajes como Ricardo Coronado, canonista vinculado al periodista Alejandro Bermúdez, conocido por sus nexos con sectores eclesiales ultraconservadores en Estados Unidos. Este entramado ve con alarma la figura de Prevost: latinoamericano, defensor de los pobres y con una postura abierta hacia los migrantes. Su perfil representa una amenaza directa para figuras como Donald Trump, quien ha impulsado un discurso contrario a los principios sociales promovidos por el nuevo Papa. El veterano vaticanista Antonio Pelayo lo resumió sin rodeos: “A Trump le ha salido un grano en el culo”.
El nombramiento de León XIV supone un giro hacia una Iglesia más inclusiva, dialogante y comprometida con los más vulnerables. Justo lo que rechaza el ecosistema ideológico de Vox e Infovaticana, cuya visión se basa en un catolicismo rígido, jerárquico y alineado con las posturas más reaccionarias. La campaña de acoso contra el nuevo Papa no solo revela el temor de la ultraderecha a perder influencia, sino también el poder que ciertos medios ideológicos pueden tener para intentar condicionar procesos espirituales y religiosos.
En última instancia, lo ocurrido en el último cónclave no es solo una batalla por el alma de la Iglesia católica. Es también un reflejo de una pugna más amplia: la lucha entre una sociedad que avanza hacia la pluralidad y la inclusión, y quienes insisten en imponer una visión excluyente, autoritaria y anclada en el pasado. El desafío que afronta León XIV no es menor, pero su elección también representa una esperanza frente al dogmatismo disfrazado de fe.