La hipocresía de Giorgia Meloni: cristianismo de escaparate, política de demolición

La hipocresía de Giorgia Meloni: cristianismo de escaparate, política de demolición

Giorgia Meloni, líder de la ultraderecha italiana, ha vuelto a la carga con su discurso sobre la «civilización occidental», que según ella, nació del encuentro entre la filosofía griega, el derecho romano y los «valores cristianos». En sus palabras, hay un intento claro de idealizar una tradición que, de acuerdo con su visión, necesita ser recuperada. Sin embargo, este relato de «restauración» no solo está teñido de nostalgia, sino que se utiliza para promover una agenda regresiva y conservadora que nada tiene que ver con los verdaderos valores cristianos.

Un columnista de Infocatólica se ha hecho eco de este discurso, destacando cómo Meloni ha encontrado en el cristianismo un refugio simbólico para sus ideales políticos. Sin embargo, su interpretación del cristianismo se reduce a una serie de valores abstractos, como si los principios fundamentales de la fe pudieran ser reducidos a simples principios morales al servicio de su agenda. Este columnista aplaude la referencia de Meloni a los “valores cristianos” como algo positivo, pero no hace mención de la forma en que estos valores son utilizados y distorsionados para justificar políticas de exclusión y opresión.

La crítica de Infocatólica al presente occidental, que según ellos ha perdido esos “valores cristianos”, no solo pasa por alto las injusticias históricas perpetuadas en nombre de la religión, sino que, lo que es aún más grave, no señala que la versión de Meloni sobre el cristianismo es una interpretación convenientemente manipulada para sostener un orden político que favorece a los poderosos. Aquí es donde la interpretación del columnista de Infocatólica pierde todo su sentido. No se trata de un regreso genuino a los valores cristianos, sino de una instrumentalización del cristianismo, de un uso vacío de sus símbolos para justificar un sistema que perpetúa la desigualdad, la exclusión y la opresión.

El cristianismo que Meloni y sus aliados presentan no es más que un barniz moral para una visión política de control social, excluyente y autoritaria. Mientras Meloni se cuelga la medalla de defensora de los valores cristianos, sus políticas en realidad fomentan la xenofobia, el rechazo hacia los migrantes y una visión profundamente patriarcal de la sociedad. No hay cristianismo en eso, solo una manipulación burda para justificar el autoritarismo.

La contradicción es clara: Meloni invoca a Cristo, pero sus políticas niegan el mensaje cristiano de compasión, solidaridad y justicia social. ¿Cómo puede hablar de valores cristianos cuando apoya un sistema económico que empobrece a las clases trabajadoras y favorece a los más ricos? ¿Cómo puede defender los valores cristianos si su discurso se basa en la división, en el miedo al otro y en la negación de los derechos de los más vulnerables? El cristianismo de Meloni no es el de la cruz y la misericordia, sino el de la exclusión y la opresión.

El columnista de Infocatólica también menciona la secularización como el gran enemigo de la sociedad actual, presentándola como una amenaza a esos valores cristianos. Lo curioso es que no se cuestiona lo más importante: que la secularización ha sido una respuesta a la instrumentalización de la religión, a su uso como herramienta de control y opresión. Mientras se lamenta el declive de una supuesta “civilización cristiana”, no se menciona que esa misma civilización, en nombre del cristianismo, ha sido responsable de siglos de colonización, guerra y explotación. La secularización no es la causa de los males de Occidente, sino una respuesta a las fallas profundas de un sistema que utilizó la religión como excusa para la dominación.

Lo que se olvida en este tipo de análisis es que los «valores cristianos» no son un sello de identidad de un sistema social opresivo. El cristianismo genuino es subversivo. Jesús no vino a defender el orden establecido, sino a desafiarlo, a dar voz a los marginados, a promover una justicia radical que no conoce de fronteras, de castas ni de prejuicios. Y eso es lo que Meloni, y los que la apoyan, no pueden aceptar: que el cristianismo real es una fuerza de cambio social, no una justificación para el poder.

Meloni y el columnista de Infocatólica parecen haber olvidado que el cristianismo nunca fue una justificación para el autoritarismo. Al contrario, fue el mensaje de Cristo lo que desafió el poder de su tiempo, lo que cuestionó las estructuras de control y de dominación. La verdadera tradición cristiana no se limita a un conjunto de valores morales que puedan ser utilizados para defender la exclusión y la discriminación. Es una tradición que llama a la justicia, a la paz, al amor al prójimo, independientemente de su raza, su origen, su género o su orientación sexual.

La interpretación conservadora de Meloni y de los que la apoyan, como bien señala Infocatólica, solo sirve para mantener el statu quo, para proteger a los poderosos y despojar al cristianismo de su verdadera esencia. Por eso, no podemos caer en la trampa de creer que el retorno a una «civilización cristiana» es la solución. En realidad, lo que necesitamos es una revolución cristiana, una que ponga en el centro a los oprimidos, a los marginados, a los que no tienen voz. Un cristianismo auténtico es aquel que lucha por la justicia, por la igualdad y por la dignidad humana, no el que usa la cruz como bandera para oprimir a los demás.

Así que no, señora Meloni, ni Infocatólica ni nadie puede convencernos de que el cristianismo es su bastión. Su cristianismo es una fachada, un disfraz para sus políticas de exclusión. La verdadera fe cristiana no tiene nada que ver con lo que proponen. El futuro no es suyo. El futuro es de quienes creen que la justicia, la compasión y el amor no tienen fronteras, no tienen clases sociales, y no tienen ideologías que los limiten.

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