El Bloque y el candidato inmortal: Ferrol como excusa, la pancarta como destino

El Bloque y el candidato inmortal: Ferrol como excusa, la pancarta como destino

El BNG ha vuelto a hacerlo. Esta vez, en Ferrol, se descuelgan con una concentración contra la presencia de la monarquía en la botadura de la fragata F-110. Según ellos, es la ocasión perfecta para recordar que “los gallegos y gallegas no tenemos rey”. Muy bien, un lema redondo, listo para la pancarta, para las fotos y para salir en el periódico. Y ya está. Porque del resto, de trabajar por Ferrol, de mancharse las manos en los problemas de la ciudad, de eso ni hablamos. El Bloque no necesita gobernar, con tener pancartas ya tiene la agenda llena.

La escena es de manual: un grupo de militantes, una pancarta con letras negras, unas cuantas consignas que caben en un tuit y el convencimiento de que con eso ya han cumplido su deber histórico. ¿Soluciones para Ferrol? Ninguna. Pero, eso sí, que no falte la foto con la pancarta. Porque si algo domina el Bloque es la política del cartel: mucho símbolo, poca sustancia.

Lo curioso es que cuando tuvieron la oportunidad de gobernar Ferrol, la cosa fue aún peor. La ciudad esperaba proyectos, mejoras, gestión… y lo que recibió fue un cúmulo de chapuzas y decepciones. La retirada de la estatua de Franco en la Plaza de España es el mejor ejemplo: se podía haber hecho bien, con criterio, dejando un espacio digno. Pero no. Lo que se hizo fue un destrozo disfrazado de modernización. Se justificó con el discurso simbólico, y lo que quedó fue un monumento a la improvisación. ¡Así gobierna el Bloque: con más épica que eficacia!

Y hablando de épica, aquí entra el gran protagonista del sainete ferrolano: Iván Rivas, el candidato eterno, el candidato inmortal. Lleva varias candidaturas a la alcaldía, siempre con la misma ilusión, siempre con el mismo resultado: no engancha a la gente. Pero ahí sigue, como si fuese un mueble fijo en la política ferrolana. Ni suma votos, ni conecta con la mayoría, ni genera confianza. La gran incógnita es: ¿qué tiene Iván Rivas para que el BNG insista en él? Porque lo que son votos, no los tiene. Resultados, tampoco. Pero ahí sigue, con la fe del que nunca se rinde, aunque la ciudad lleve años diciéndole que no.

La cosa da para chiste: si mañana se rodase una serie llamada Los Inmortales de la Política Local, Iván Rivas sería el protagonista. Cada cuatro años aparece en los carteles, sonriente, con las mismas promesas, con el mismo discurso, y cada cuatro años recibe el mismo varapalo en las urnas. Y el Bloque, lejos de plantearse un cambio, lo vuelve a presentar. Como si la derrota fuese un mérito, como si repetir fracaso tras fracaso fuese parte de su ADN.

La conclusión es sencilla: el BNG en Ferrol no quiere gobernar, quiere ensayar eternamente. Son como un grupo de teatro que nunca estrena la obra, que se pasa la vida preparando escenas, pero sin llegar a levantar el telón. Hoy protestan contra la monarquía, mañana contra otra cosa, pasado se inventarán otra pancarta… y mientras tanto, la ciudad sigue igual. Calles abandonadas, barrios que necesitan inversión, empleo que no llega. Pero el Bloque, tranquilo: lo importante es tener la pancarta a mano.

La radicalidad del discurso, esa obsesión por los gestos y las grandes proclamas, tampoco ayuda. Ferrol no necesita sermones, necesita soluciones. Pero el Bloque insiste en hablar de símbolos, de épicas, de grandes causas abstractas, mientras la gente espera algo mucho más simple: un poco de gestión seria. Esa incapacidad para aterrizar en lo concreto es lo que los mantiene al margen. Y lo que condena a Iván Rivas a ser el candidato inmortal de la oposición, el hombre que siempre se presenta y nunca gana.

La ironía es que el Bloque parece cómodo en esta posición. Desde la barrera se vive bien: se protesta, se critican los errores de los demás, se agita la pancarta y se da lecciones de coherencia. Pero cuando toca gobernar, cuando hay que mancharse las manos, aparecen los problemas. Y entonces prefieren volver al papel de opositor eterno, que siempre da menos trabajo y más titulares.

En resumen, lo de hoy contra la monarquía es otra función más en el teatro del Bloque. Una representación de manual: pancarta, lema sonoro, un par de declaraciones y listo. Ferrol puede seguir esperando, porque el BNG está demasiado ocupado en mantener su radicalidad de salón, esa que luce muy bien en los titulares pero que no arregla ni una acera. Y mientras tanto, Iván Rivas seguirá siendo el candidato inmortal, presentado una y otra vez, aunque nunca consiga resultados.

Así, Ferrol se queda con lo de siempre: mucho gesto simbólico, mucho ruido, pero nada concreto. El BNG ha hecho de la pancarta su proyecto político y de la derrota, su zona de confort. Y aunque insistan en aparecer como los grandes defensores de la tierra, la realidad es que nunca logran aterrizar en el suelo que pisan. Porque, entre nosotros, se gobierna con gestión, no con pancartas.

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