Adrián Barbón: “Lo que hace Israel en Gaza es un genocidio”

Adrián Barbón: “Lo que hace Israel en Gaza es un genocidio”

Las palabras del presidente del Principado de Asturias, Adrián Barbón, resonaron este fin de semana con fuerza en medio de las protestas pro Palestina que acompañaron el paso de La Vuelta a España por territorio asturiano. No fueron declaraciones improvisadas ni fruto de una coyuntura mediática. Fueron, más bien, un grito de coherencia y de humanidad en un panorama político europeo marcado por el silencio y la hipocresía.

Me retuerce las tripas”, confesó el presidente asturiano, tras subrayar que lo que ocurre en Gaza no admite eufemismos: es un genocidio. Y no se trata de una opinión aislada: lo dicen los datos, lo repite la ONU y lo confirma cada imagen que llega desde la franja. Según estimaciones recientes, más de 80.000 personas han muerto, de las cuales 20.000 eran niños y niñas. Una tragedia de proporciones históricas que, sin embargo, apenas recibe respuesta firme de la comunidad internacional.

Barbón recordó su trayectoria personal, marcada por el estudio del Holocausto. Esa memoria le impide callar: “Condené en su momento el atentado de Hamás, y por eso mismo condeno lo que hace el Estado de Israel con Palestina. Si condené aquello antes, digo ahora que esto es un genocidio y la UE debería ser más activa en esa condena”. La coherencia, tan escasa en la política europea, es aquí la clave.

Gaza: un territorio arrasado

Lo que ocurre en Gaza no es una guerra convencional, sino una política de exterminio sistemático. Israel ha bombardeado hospitales, escuelas, campos de refugiados. Los quirófanos funcionan sin luz ni anestesia, los médicos atienden a los heridos en el suelo, entre escombros, y los niños mueren en incubadoras apagadas por falta de electricidad. El hambre se ha convertido en un arma más: las restricciones al suministro de alimentos y agua han provocado que familias enteras sobrevivan a base de pan mohoso o hiervas hervidas.

Las cifras de UNICEF son demoledoras: más de un millón de niños palestinos necesitan ayuda humanitaria urgente. Cada día, menores buscan comida entre los restos de basura, cada día madres dan a luz en condiciones infrahumanas, cada día camiones cargan cadáveres porque ya no queda espacio en los cementerios.

¿Es posible mirar a otro lado frente a todo esto? La respuesta de Barbón es clara: no. Y por eso se distancia de la tibieza europea, de los comunicados diplomáticos que “lamentan” las víctimas civiles pero evitan pronunciar la palabra clave: genocidio.

La doble vara de medir de Occidente

La intervención del presidente asturiano también puso el dedo en la llaga de la doble vara de medir internacional. Cuando Rusia invadió Ucrania, Occidente reaccionó con sanciones económicas, aislamiento diplomático y expulsión de equipos rusos de competiciones deportivas. Pero con Israel, la reacción es distinta: se tolera, se comprende, incluso se justifica bajo el pretexto del derecho a la defensa.

Lo malo es defender excluir a Rusia de competiciones y no hacer lo mismo con el Estado de Israel. Y eso no es ir contra el pueblo, es ir contra ese Estado”, subrayó Barbón. No se trata de castigar a la población israelí, sino de responsabilizar a un Gobierno que ha convertido la devastación de Gaza en política oficial.

El gesto del Principado de renunciar a su presencia institucional en La Vuelta no es un detalle menor. Es un acto de coherencia. “La Vuelta no tiene culpa, pero en la vida hay que ser coherente”, explicó el presidente. Asturias, con esa decisión, lanza un mensaje simbólico pero poderoso: el deporte tampoco puede ser neutral frente a la barbarie.

El silencio europeo y la complicidad estadounidense

Mientras en Gaza mueren miles de civiles, la Unión Europea se limita a emitir declaraciones vagas y a pedir contención. Ningún embargo de armas, ninguna sanción contundente, ningún aislamiento diplomático comparable al aplicado contra Moscú. Y Estados Unidos, con su apoyo incondicional a Israel, actúa como garante de la impunidad.

La historia demuestra que cuando Washington quiere, interviene. Lo hizo en Irak, en Afganistán, en Libia. Pero en Gaza, donde las bombas caen sobre hospitales y escuelas, donde la población civil es el blanco deliberado, no hay voluntad de detener la masacre. Esa pasividad convierte a Occidente en cómplice por omisión.

La humanidad en juego

Adrián Barbón lo expresó con crudeza: “Estamos ante una falta de humanidad”. Y tiene razón. Lo que está en juego no es solo el destino del pueblo palestino, sino la credibilidad de un sistema internacional que se dice defensor de los derechos humanos pero que calla ante una de las mayores atrocidades de este siglo.

La comparación con el Holocausto no es gratuita. Quien ha estudiado la maquinaria del exterminio nazi reconoce en Gaza patrones similares: deshumanización del enemigo, castigo colectivo, privación de necesidades básicas, aniquilación sistemática de una población civil. No se trata de equiparar contextos históricos, sino de identificar la misma lógica de destrucción.

Una voz que cala más allá de Asturias

La valentía del presidente asturiano trasciende lo local. Asturias se convierte así en un faro moral en un mar de silencios. Y lo hace con un mensaje claro: no en nuestro nombre. Porque permanecer callados es aceptar que la vida de un niño en Gaza vale menos que la de un niño en Kiev o en París.

El pueblo asturiano, con su tradición solidaria y su memoria histórica de lucha y resistencia, encuentra en Barbón una voz que conecta con ese sentir colectivo. Su postura no es ideología, es pura humanidad.

Conclusión: el deber de no callar

La historia juzgará con dureza a quienes callaron frente al genocidio en Gaza. Pero también recordará a quienes se atrevieron a hablar, aunque fuera desde una pequeña región del norte de España. Las palabras de Adrián Barbón son un recordatorio de que la coherencia es posible y de que la humanidad no puede quedar sepultada bajo los escombros de Gaza.

Hoy, más que nunca, es necesario mirar a Gaza y no apartar la vista. Porque cada silencio cómplice es una bala más, cada indiferencia es una tumba más, cada excusa es un paso más hacia la deshumanización total. Asturias, con su presidente al frente, ha dado un paso. Ahora le toca a Europa.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *