Incendios, abandono y falta de control: la cara oculta del centro de Ferrol

Incendios, abandono y falta de control: la cara oculta del centro de Ferrol

En los últimos días, Ferrol ha vuelto a ser noticia por la situación de inmuebles en estado de ruina y abandono, que no solo ponen en riesgo la seguridad de los vecinos, sino que además generan un sentimiento de desamparo ciudadano frente a la pasividad de algunos propietarios y la tardía intervención de las administraciones.

El caso más reciente tuvo lugar en la calle Arce número 3, donde un incendio declarado en la mañana del pasado miércoles movilizó a un amplio dispositivo de emergencias. Ocho efectivos del parque de Agándara y un camión escalera de bomberos de Ferrol acudieron al lugar de los hechos para sofocar las llamas que se propagaron rápidamente por todo el edificio en ruinas.

Este inmueble no era ajeno a la polémica: existía constancia de ocupaciones anteriores y acumulaba desde hace tiempo varias órdenes de ejecución emitidas por el Ayuntamiento. Pese a ello, nunca se logró localizar a los propietarios, lo que retrasó cualquier intervención eficaz. Finalmente, tras el incendio y ante la imposibilidad de contacto con los dueños, el Ayuntamiento anunció que actuará de forma subsidiaria para garantizar la seguridad y evitar nuevos riesgos.

El fuego no solo devastó el edificio de la calle Arce, sino que también afectó al primer piso del inmueble colindante (Portal 1), donde el humo se filtró a través del patio trasero común. Aunque la vivienda vecina sufrió solo daños por humo y calor, la densa humareda generó alarma entre los residentes.

Un problema que se repite

El abandono de inmuebles y solares no es un caso aislado en Ferrol. Vecinos de distintos barrios llevan tiempo denunciando la falta de control municipal sobre propiedades en mal estado, que se convierten en focos de insalubridad, inseguridad y peligro de incendios.

En la calle Atocha, en el barrio de Canido, la situación es otro ejemplo de cómo la inacción de los propietarios y la falta de medidas contundentes por parte de las autoridades acaban repercutiendo en quienes nada tienen que ver con el problema. En esta ocasión, no se trata de un edificio en ruinas, sino de una huerta en la que los árboles crecen sin control, con ramas que invaden los tejados de los vecinos y causan daños estructurales.

Tal como se observa en la fotografía aportada por los propios residentes, las ramas caen sobre los tejados, provocando que el caño de aguas se atasque y quede imposibilitado para desahogar con normalidad. Esto no solo genera riesgo de humedades y filtraciones, sino que además incrementa la posibilidad de que un incendio se propague con rapidez.

Lo paradójico es que mientras los vecinos de fincas reciben de manera casi inmediata cartas municipales exigiendo la limpieza de sus terrenos, los inmuebles en el centro de Ferrol que están en ruinas o los huertos con árboles sin podar parecen gozar de una tolerancia inexplicable.

El contraste: exigencias desiguales

Los ciudadanos denuncian una situación que consideran injusta y discriminatoria. En muchas ocasiones, quienes poseen una finca rústica o un solar son obligados a limpiarlo con rapidez bajo amenaza de sanciones económicas. Sin embargo, cuando se trata de edificios abandonados en pleno casco urbano o de huertas desatendidas que invaden las viviendas colindantes, la reacción administrativa parece mucho más lenta.

La consecuencia de esta falta de equilibrio es doble: por un lado, vecinos que cumplen con sus obligaciones se sienten desprotegidos y tratados con desigualdad, y por otro, zonas enteras de la ciudad se ven deterioradas y expuestas a graves riesgos.

El incendio de la calle Arce es una muestra clara de lo que puede suceder cuando se permite que un edificio en ruinas permanezca sin intervención durante años. Y la imagen de la calle Atocha es otra prueba de cómo la falta de poda y control de una huerta privada puede convertirse en un problema colectivo.

Riesgos para la seguridad y la convivencia

La combinación de inmuebles en ruinas, ocupaciones ilegales, vegetación descontrolada y tejados dañados constituye una bomba de relojería para la seguridad ciudadana. Los incendios, las humedades, los desprendimientos y los problemas de salubridad son solo algunas de las consecuencias.

Los vecinos de Canido advierten que si se produjera un incendio en la huerta de la calle Atocha, el fuego se extendería con facilidad a los tejados cercanos, reproduciendo a pequeña escala lo sucedido en la calle Arce. Sin embargo, hasta ahora nadie ha actuado para evitarlo.

La fotografía del tejado cubierto por ramas no deja lugar a dudas: se trata de una situación de abandono evidente, con árboles que jamás han sido podados y que ya forman parte del problema estructural de las viviendas colindantes.

El deber de actuar

Los vecinos no piden privilegios, sino igualdad de trato. Si se exige a unos la limpieza inmediata de sus fincas, debería actuarse con la misma firmeza frente a los propietarios de inmuebles urbanos en estado de abandono. El Ayuntamiento, como autoridad competente, tiene la obligación de velar por la seguridad y la convivencia, sin que existan diferencias según la ubicación del problema.

La actuación subsidiaria anunciada para la calle Arce debería marcar un punto de inflexión. No se trata solo de resolver un caso puntual tras un incendio, sino de implantar un sistema de control y seguimiento efectivo para evitar que situaciones similares se repitan en otras calles del centro de Ferrol o en barrios como Canido.

Conclusión

La realidad es clara: Ferrol tiene un problema serio de abandono urbano, donde edificios en ruinas y huertas desatendidas conviven con vecinos que cumplen con todas sus obligaciones. El incendio en la calle Arce y la imagen de la calle Atocha son dos caras de la misma moneda: la falta de control, prevención y acción rápida.

Si no se corrige esta situación, lo que hoy son molestias y daños menores puede mañana convertirse en tragedias irreparables.

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