“Obispas, herejías y periodismo de fogueo: la fe según Jesús Bastante”

“Obispas, herejías y periodismo de fogueo: la fe según Jesús Bastante”

Jesús Bastante, director de Religión Digital, ha lanzado recientemente una defensa airada —y bastante calculada— de la “ordenación episcopal” de Christina Moreira, que tuvo lugar el pasado 24 de junio. Una ceremonia que, según él, representa un acto informativo, una noticia más que cubrir, como si estuviera contando el clima o el tráfico. Pero lo cierto es que ni la elección de palabras ni la línea editorial que se ha seguido en Religión Digital dejan lugar a dudas: aquí no hay periodismo neutral, sino un proselitismo de libro.

Bastante se ha quejado con fingida sorpresa de que algunos —no dice cuántos, pero deja caer la idea de una horda furibunda de inquisidores medievales— han querido poco menos que “incendiar la sede de Religión Digital por haber dado cobertura a este episodio. Y añade, con ese aire de superioridad que lo caracteriza, que ellos, en cambio, hacen “información”, no “caza de brujas”. El mensaje es claro: si te atreves a discrepar, si denuncias el sacrilegio, tú eres el intolerante, tú eres el inquisidor. Ellos, los que dinamitan dos mil años de doctrina, son los verdaderos periodistas, los que nos “informan”.

Pero vamos por partes. Christina Moreira no es obispa de la Iglesia Católica. Así de sencillo. No lo es, ni lo será nunca, porque la Iglesia, en fidelidad a Cristo y a la Tradición apostólica, no tiene autoridad para conferir el orden sacerdotal —mucho menos el episcopal— a mujeres. Esto no es una cuestión de machismo ni de estructura patriarcal. Es una cuestión teológica de fondo, ratificada de forma definitiva por San Juan Pablo II en Ordinatio Sacerdotalis (1994), donde dejó claro que “la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres”.

Entonces, ¿qué es lo que se ha celebrado el 24 de junio? Una farsa litúrgica. Un acto nulo, inválido, que no tiene ningún reconocimiento en la Iglesia Católica. Pero al llamarlo “ordenación” y al decir que Moreira es “obispa católica”, Religión Digital no está informando: está deformando. Está usando el lenguaje como trinchera ideológica, tergiversando la realidad para legitimar un relato. Es exactamente lo que hacen los activistas, no los periodistas.

Y esa es la gran falacia del discurso de Bastante: se presenta como un mártir de la verdad, como un simple cronista, pero lo que hace es militancia pura y dura. ¿Por qué, si no, utilizar ese tono de víctima? ¿Por qué recurrir a la imagen incendiaria de unos fanáticos queriendo asaltar su sede? Porque necesita crear una narrativa donde él es el héroe ilustrado acosado por bárbaros dogmáticos. Una historia de buenos y malos que, curiosamente, le permite a él ponerse siempre del lado “bueno”, el lado “progresista”, el de los “inclusivos”.

El problema no es sólo la deshonestidad intelectual, sino el daño que produce esta línea editorial. Porque con su lenguaje equívoco, Religión Digital siembra confusión entre los fieles, genera división en la comunidad católica y se presenta como portavoz de un “catolicismo alternativo” que no es tal. Presentar a Christina Moreira como “obispa católica” es, en el fondo, una burla a todos los obispos verdaderos, a todos los fieles que buscan vivir su fe en fidelidad a la Iglesia, y al mismo Magisterio eclesial.

¿Es libertad de expresión cubrir un evento de este tipo? Por supuesto. Pero si vas a informar, hazlo con honestidad. Di que se trata de una ceremonia excomulgada, realizada por un grupo sin autoridad eclesial, sin validez sacramental. Di la verdad completa. Pero Bastante no hace eso. Él opta por una estrategia ambigua, deliberadamente confusa, para revestir de legitimidad lo que no es más que una provocación herética.

Y no es la primera vez. Religión Digital lleva años caminando por la cuerda floja entre la información y la propaganda. Basta leer sus titulares, sus artículos de opinión, la selección sesgada de voces, la sistemática descalificación de sectores fieles a la doctrina, y el espacio constante a quienes promueven “otra Iglesia”, más cómoda, más laica, más ideologizada. El proyecto no es sólo periodístico: es doctrinal. Es un intento de construir desde dentro una “nueva Iglesia” que, en realidad, es vieja como el modernismo del siglo XIX y estéril como todo lo que se separa de la Verdad.

Por eso, lo que Bastante llama “información” no es más que un disfraz. Él no está relatando hechos: está dirigiendo una guerra cultural contra el catolicismo auténtico, utilizando su plataforma para avanzar una causa ajena a la Iglesia. Y cuando le llueven críticas, se refugia en el victimismo y se parapeta detrás del noble nombre del periodismo. Pero el periodista de verdad busca la verdad, no la manipula. No escribe para agradar a un lobby, ni para satisfacer una agenda. Informa con rigor, sin convertir cada noticia en un panfleto encubierto.

La realidad es dura, pero clara: ni Moreira es obispa, ni esa ceremonia fue católica, ni Bastante es sólo un periodista. Y la “sede de Religión Digital” no está en peligro porque alguien denuncie una mentira. La verdadera amenaza es la tibieza con que algunos católicos consumen estos contenidos sin darse cuenta de que detrás de esa pantalla de “información” se esconde una traición doctrinal cuidadosamente envuelta en retórica moderna.

Pero bueno, al menos ahora sabemos que, según Bastante, los únicos que hacen “caza de brujas” son los que creen en la doctrina católica. Mientras tanto, él bendice obispas imaginarias desde su púlpito digital… y todavía se extraña de que le apaguen las velas.

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