De la Pederastia a la Prosperidad: La Fundación Altius y el Milagro Madrileño de Ayuso

De la Pederastia a la Prosperidad: La Fundación Altius y el Milagro Madrileño de Ayuso

Si los milagros existen, la Fundación Altius acaba de protagonizar uno digno de canonización express. Fundada por los Legionarios de Cristo, esa congregación tan modesta en escándalos que apenas acumula décadas de abusos sexuales y financieros, hoy goza de una segunda juventud. Y todo gracias a una inesperada benefactora: la Comunidad de Madrid, presidida por Isabel Díaz Ayuso, quien, lejos de cortarles las alas, ha decidido llenarles los bolsillos.

Porque nada dice “vanguardia social” como entregarle 3,3 millones de euros en solo seis meses a una organización sancionada por incumplir un contrato público. Una minucia. En realidad, solo dejaron fuera del mercado laboral a unas 89 personas vulnerables de las 534 prometidas. Pero no seamos tiquismiquis: cumplieron casi al 85%, según nos recuerdan desde la propia consejería que les multó y volvió a subvencionar con entusiasmo. Lo que viene siendo el “aprobado raspado”, pero con premio gordo.

¿La penalización? 15.712 euros. ¿Las subvenciones tras la penalización? 3.300.000 euros. Una inversión sensata, si lo miramos con ojos de fe. ¿Quién no recompensaría así a alguien que falla ligeramente en su misión de ayudar a los pobres… cobrando fondos europeos?

Lo que hace única a Altius no es solo su pasado turbio ni su conexión con el fundador pederasta Marcial Maciel, sino su habilidad para reconvertirse en ONG solidaria cuando llega el dinero público. Porque además de regentar colegios donde la mensualidad se codea con el salario mínimo (hasta 953 euros por alumno en bachillerato), también aseguran luchar contra la exclusión social.

De hecho, según sus propios estatutos, su razón de ser es la acción social. No la selección social de su modelo educativo segregado por sexo (“niños con niños, niñas con niñas”), ni la promoción de sus valores ultraconservadores desde universidades privadas de más de 20.000 euros el curso, sino la integración de los más vulnerables.

La comunidad liderada por Ayuso parece haberles creído sin dudarlo. La Consejería de Familia, Asuntos Sociales y Juventud encabeza la generosa cruzada con 1,54 millones en subvenciones. Le siguen Economía y Hacienda (1,43 millones) y Digitalización (324.900 euros). Una Santísima Trinidad presupuestaria que no ha dejado a los Legionarios sin su merecido maná.

Desde 2020, Altius ha vivido una resurrección financiera que ya quisieran muchas start-ups: de 1,28 millones en activos a 5,47 millones en solo tres años. Qué duda cabe de que la caridad bien entendida empieza por cuadruplicar tu patrimonio.

Y es que, si hay algo que caracteriza a esta fundación, es su impresionante capacidad de recuperación. En 2023 aún arrastraban una sanción por incumplimiento grave. En noviembre de 2024 ya estaban de nuevo cobrando. Y en 2025, volando en cifras récord. Un verdadero caso de éxito, digno de estudio… o de una serie documental.

Resulta curioso —o profundamente irónico— que la presidenta Ayuso criticara hace poco a los “aprovechados con conexiones bolivarianas que viven de lo público”, mientras su propio gobierno inyecta millones en una organización multada por no cumplir sus compromisos con los pobres.

Según la presidenta, las subvenciones deben ir a “quien no puede, no a quien no quiere”. Aunque parece que Altius ha descubierto una nueva categoría: los que no pueden del todo, pero cobran como si quisieran mucho.

Cuando se preguntó a su equipo de comunicación por esta generosidad post-sanción, la respuesta fue una oda al pluralismo: Altius es solo “una entidad más” en el ecosistema de ayudas. Como si no llevara la marca indeleble de una de las congregaciones más cuestionadas de la Iglesia Católica. Como si no tuviera tras de sí denuncias por abusos sexuales en sus colegios madrileños. Como si “una entidad social más” pudiera permitirse tales cifras sin despeinarse.

Quizá el dato más revelador es este: Altius ha recibido más que Cáritas. Sí, esa institución con décadas de experiencia, con arraigo en cada barrio, que no cobra 1.000 euros al mes por enseñar a dividir, y que no tuvo como fundador a un abusador protegido por el Vaticano durante años.

Pero la Comunidad de Madrid ha hablado. Y su mensaje es claro: la redención no solo es posible, también es subvencionable.

En resumen:
Mientras muchos madrileños malviven con sueldos bajos y ayudas escasas, mientras se exige eficiencia y resultados a cada euro público, la Fundación Altius escala al cielo de las subvenciones sin importar su pasado, su incumplimiento ni su sesgo ideológico. Un ejemplo brillante de cómo la fe mueve montañas… y también millones.

Pero no se alarmen: si esto les parece un escándalo, recuerden que, según los criterios actuales, lo verdaderamente peligroso es venir de Venezuela y pedir un albergue.

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