Maite, tu nombre canta en la brisa,
como un susurro de miel entre las flores,
un eco suave que al alma avisa
que ha llegado el amor sin temores.
Tus ojos, océanos de calma infinita,
saben leer el mundo sin palabras.
Bajo tu frente serena y bendita,
descansa mi fe, mi paz, mis alas.
Eres más que ternura, más que abrigo,
eres el latido que da sentido al mío,
mi estrella fiel, mi eterno abrigo,
mi sol cuando todo parece vacío.
Maite, amor mío, tu voz me envuelve
como un canto de cuna en madrugada.
Cada palabra tuya es la que resuelve
las dudas, los miedos, la jornada.
Eres ternura que no necesita ruido,
compañía que no pide más que estar,
silencio donde habito y me cuido,
presencia que me enseña a amar.
Miro esta imagen, y veo un milagro:
mi mejilla junto a ti, mi calma viva.
Tu mano en mi hombro, firme y sin embargo
más suave que la brisa que cautiva.
Maite, tú eres mi palabra perfecta,
la canción que no cansa ni envejece.
Mi esperanza que nunca se desconecta,
mi sueño que no muere, solo crece.
Contigo aprendí que el amor madura
como el buen vino o la luz de tarde.
Que no necesita prisa ni altura,
sólo constancia que nunca se parte.
Cuando tu cabeza reposa en mi pecho,
siento que el mundo puede detenerse.
No hay dolor, ni frío, ni despecho
que tu presencia no sepa disolverse.
Maite, mi amor, compañera sabia,
la vida me bendijo al encontrarte.
Tu abrazo es mi patria, mi sabia labia,
mi forma más pura de amarte.
No necesito más que tus silencios,
tus gestos simples, tu modo sincero,
porque en tu sencillez hay universos
que valen más que el mundo entero.
Y aunque envejezca el cuerpo y la piel,
aunque el tiempo nos borre los contornos,
te amaré con la fuerza del laurel,
con la raíz profunda de los adornos.
Te amaré como la flor al rocío,
como el mar al horizonte incierto,
como el faro al marinero tardío,
como el sol al campo ya cubierto.
Maite, eres refugio y eres promesa,
un poema que no se agota en mí.
Eres mi casa, mi amor, mi certeza,
el rincón donde siempre vuelvo, sí.
Tu sonrisa —aunque en la foto se esconde—
es luz que recuerdo cada mañana.
Y tu cariño, que nunca se confunde,
es hogar que a mi alma hermana.
Maite, mi dulce, mi todo, mi calma,
mi poema eterno de carne y hueso,
mi guía, mi sueño, mi sabia palma,
mi bien sin medida, mi dulce exceso.
Contigo, la vida es más vida.
Contigo, el tiempo es bendición.
Tu nombre es música compartida,
tu amor, mi más bella canción.
Y si algún día el tiempo nos niega
la voz o el paso que hoy compartimos,
mi amor por ti será la entrega
que ni la muerte borra de los ríos.
Maite, mi amor, en esta imagen quieta
se detiene el mundo solo a mirarte.
Pero yo, que tengo el alma completa,
sólo puedo seguir y seguir… amarte.