La sombra de la ultraderecha se cierne sobre España con una virulencia que no veíamos desde los tiempos más oscuros de nuestra historia. No se trata de un simple giro conservador ni de un debate legítimo entre distintas visiones políticas: estamos ante una amenaza real y tangible contra las libertades individuales, los derechos humanos y la propia estabilidad democrática del país. La ola reaccionaria que Donald Trump desató en Estados Unidos ha cruzado el Atlántico y ha encontrado en partidos como Vox un caldo de cultivo perfecto para extender su discurso de odio, intolerancia y represión. Y lo más alarmante es que no vienen solos. A su lado, marchan ciertos sectores de la Iglesia Católica que, lejos de alzar la voz contra la injusticia, han decidido pactar con la extrema derecha en un intento desesperado por recuperar la influencia perdida. Desde púlpitos y catedrales, algunos obispos bendicen políticas que van en contra de los valores fundamentales del cristianismo, convirtiéndose en cómplices de una regresión social que amenaza con devolvernos a un pasado de censura, misoginia y persecución de las minorías.
El Manual del Odio: Trump como Modelo a Seguir
Donald Trump no solo ha sido un presidente nefasto para Estados Unidos, sino que se ha convertido en un símbolo global de la ultraderecha, exportando su modelo político basado en la mentira sistemática, la manipulación de las masas y la construcción de enemigos ficticios. Su retórica ha envalentonado a partidos de extrema derecha en todo el mundo, y España no es la excepción. Vox y otras formaciones reaccionarias han calcado su estrategia, convirtiendo la desinformación y el discurso del odio en su principal arma política.
La narrativa trumpista es simple pero efectiva: dividir a la sociedad en «los patriotas» y «los enemigos de la nación». Los inmigrantes, los feministas, las personas LGBTQ+, los medios de comunicación, la izquierda política, incluso sectores moderados de la derecha, todos son demonizados para justificar políticas de represión y control social. Bajo este esquema, la democracia se vacía de contenido y se transforma en un espectáculo donde solo se permite una única visión del mundo.
En España, esto se traduce en un ataque frontal contra el estado de bienestar, la educación pública y la sanidad universal. La ultraderecha ha dejado claro que su intención es desmantelar los servicios públicos para favorecer la privatización en beneficio de las élites económicas. Quieren que la salud y la educación dejen de ser derechos para convertirse en privilegios. Además, buscan criminalizar la protesta, endureciendo las leyes para que cualquier voz disidente pueda ser silenciada bajo la excusa del «orden público».
La Iglesia Conservadora: Cómplice Silenciosa (y a Veces No Tanto)
Uno de los aspectos más preocupantes del ascenso de la ultraderecha es la complicidad de ciertos sectores de la Iglesia Católica. Aunque el Papa Francisco ha denunciado en varias ocasiones el peligro del autoritarismo y el uso de la religión con fines políticos, en España hay obispos que han decidido ignorarlo y alinearse con estos movimientos. Han encontrado en Vox un socio perfecto para imponer su moral en las leyes, defendiendo la familia tradicional y atacando cualquier avance en derechos civiles.
La conexión entre la ultraderecha y la Iglesia Católica en España no es una mera coincidencia, y algunos obispos han hecho pública su cercanía a las propuestas de Vox. Figuras clave de la jerarquía eclesiástica, como Juan José Omella, han defendido públicamente políticas como el «cheque escolar», una de las medidas insignia de Vox para fomentar la educación privada a costa de la pública. Esta postura resalta su alineamiento con la agenda de la ultraderecha que promueve la privatización y la desregulación en diversos sectores.
El obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, también ha manifestado su simpatía por las políticas de Vox, celebrando los resultados electorales favorables a este partido en Andalucía, lo que revela un respaldo tácito a su propuesta política ultraconservadora. Jesús Sanz, arzobispo de Oviedo, es otro de los prelados conocidos por sus posturas conservadoras que coinciden con las defendidas por Vox, un partido que busca imponer una visión patriarcal y autoritaria de la sociedad.
Otro obispo clave en esta red de apoyo a la ultraderecha es José Ignacio Munilla, obispo de San Alicante, quien ha sido identificado como uno de los prelados más cercanos a Vox, defendiendo posturas contra la ley de género y otros avances en derechos civiles. También figura en este círculo Juan Antonio Reig Pla, , conocido por su oposición radical a las reformas progresistas y su alineación con los valores tradicionales impulsados por Vox, incluyendo su oposición al aborto y a los derechos de las personas LGTBIQ+.
La cercanía de estos obispos con Vox es un claro ejemplo de cómo ciertos sectores de la Iglesia han decidido convertirse en agentes políticos de una agenda reaccionaria. En lugar de ser defensores de la justicia, la igualdad y la paz, algunos de estos líderes eclesiásticos se han aliado con una ultraderecha que promueve el odio, la exclusión y la regresión social.
Lo que Nos Espera si la Ultraderecha Gobierna España
Si permitimos que la ultraderecha llegue al poder, el panorama que nos espera es aterrador. Lo primero que harán será atacar las leyes que garantizan derechos fundamentales. La ley del aborto será derogada o severamente restringida, limitando la autonomía de las mujeres sobre sus cuerpos. Se eliminarán las leyes de protección a la comunidad LGBTQ+, permitiendo la discriminación bajo la excusa de la «libertad de conciencia».
La inmigración será criminalizada, con políticas de deportación masiva y el cierre de fronteras a personas que huyen de la miseria y la guerra. La educación será objeto de una cruzada ideológica: se impondrá la censura en los colegios, eliminando cualquier contenido que no se alinee con su visión ultraconservadora. Desaparecerán asignaturas que fomenten el pensamiento crítico y la educación sexual será eliminada para mantener a las nuevas generaciones en la ignorancia.
En términos económicos, la ultraderecha servirá a los intereses de los grandes poderes financieros. Los derechos laborales serán recortados, los sindicatos serán perseguidos y las condiciones de trabajo se precarizarán aún más. Los impuestos se reducirán para los más ricos mientras que las clases trabajadoras cargarán con el peso de una crisis que ellos mismos agravarán.
En cuanto a las libertades individuales, se endurecerán las leyes de seguridad para reprimir cualquier forma de protesta o disidencia. Los medios de comunicación críticos serán atacados y señalados como «enemigos del pueblo», y las redes sociales se convertirán en un campo de batalla donde la manipulación y la mentira reinarán sin control.
Un Llamado a la Acción: No Podemos Permitirlo
Estamos en un momento crucial de la historia. La ultraderecha ya no es una amenaza lejana, es una realidad que está tocando la puerta del poder en España. No podemos permitir que conviertan nuestro país en un laboratorio de odio y represión.
Es necesario combatir la desinformación, denunciar la manipulación y exigir que los valores democráticos sean protegidos con firmeza. La Iglesia Católica, si realmente quiere estar del lado de la justicia, debe romper su silencio y condenar sin ambigüedades las políticas de odio y exclusión.
El futuro de España está en juego. No podemos ser indiferentes. La historia nos ha enseñado lo que ocurre cuando permitimos que el odio y el autoritarismo tomen el poder. Ahora, depende de nosotros decidir si queremos repetir los errores del pasado o construir un futuro basado en la libertad, la justicia y la igualdad.