EL PSEUDOEVANGELIO DE LA IGLESIA, UNA ALTERACIÓN DEL MENSAJE EVANGÉLICO DE CRISTO

EL PSEUDOEVANGELIO DE LA IGLESIA, UNA ALTERACIÓN DEL MENSAJE EVANGÉLICO DE CRISTO

En su reflexión sobre la Iglesia y sus enseñanzas en el contexto moderno, José Melero Pérez propone un artículo provocador y desafiante titulado Así es como Dios lo quiere. En él, el autor presenta un conjunto de mandamientos que, según su interpretación, reflejan las pautas históricas y doctrinales que la Iglesia ha seguido a lo largo de los siglos, algunas de ellas profundamente controversiales en la actualidad. Estos «mandamientos» son el reflejo de un orden tradicional y conservador que, en el caso de ser aplicado al cristianismo actual, plantearía serias preguntas sobre los valores que deben guiar a la Iglesia del siglo XXI. A través de este ejercicio, Melero Pérez invita a los creyentes a examinar las contradicciones y tensiones existentes entre la Iglesia histórica y el cristianismo que hoy se busca construir en un mundo plural y diverso.

1. El poder de la guerra y la violencia en el nombre de Dios

Uno de los puntos más controversiales que presenta Melero Pérez es el primero de estos «mandamientos», en el que se sugiere legitimar las acciones que beneficien a la Iglesia, incluso aquellas que sean moralmente cuestionables, siempre que se hagan en su nombre. Este mandamiento remite a la histórica relación entre la Iglesia y la guerra, recordando el famoso grito de los cruzados, Deus vult («¡Dios lo quiere!»). La visión de la Iglesia como una institución que se siente justificada en el uso de la violencia para defender su poder ha sido, y sigue siendo, una de las mayores críticas que los pensadores y teólogos contemporáneos dirigen contra la jerarquía eclesiástica.

Melero Pérez nos desafía a pensar sobre la legitimidad moral de estos principios. Si bien la defensa de la Iglesia y su preservación pueden ser vistas como una prioridad en momentos de crisis, la utilización de la violencia para proteger una institución no parece ser compatible con el mensaje pacífico y amoroso que Jesús predicó. ¿Es la violencia un medio aceptable para lograr fines espirituales? El autor, al presentar este «mandamiento», invita a reflexionar sobre cómo los valores del cristianismo deberían guiar a la Iglesia, en lugar de la perpetuación de viejas tradiciones que se basan en el poder político y militar.

2. El rol de la mujer en la Iglesia

Otro punto crucial del artículo de Melero Pérez es el segundo mandamiento, que refuerza la tradicional negativa de la Iglesia a permitir que las mujeres administren los sacramentos. En este pasaje, se cita la elección de los doce apóstoles, todos hombres, como fundamento para mantener esta exclusión. El autor también hace referencia a las críticas de teólogos contemporáneos, como Juan José Tamayo, quienes consideran que la marginación de las mujeres en la Iglesia representa uno de los mayores escándalos y contradicciones de la institución.

La exclusión de las mujeres de las funciones sacerdotales sigue siendo un tema de debate en el cristianismo moderno, especialmente en la Iglesia Católica. Melero Pérez utiliza este «mandamiento» para poner en evidencia cómo las estructuras patriarcales de la Iglesia no solo son anticuadas, sino que continúan siendo un obstáculo para la inclusión y la igualdad de género. Esta reflexión invita a replantearse si las enseñanzas de Jesús, que rompieron muchas barreras sociales de su tiempo, deben ser interpretadas y aplicadas de una manera que promueva una Iglesia más inclusiva y justa para todos.

3. El celibato y sus implicaciones

El tercer mandamiento, relacionado con el celibato del clero, propone que los sacerdotes deben permanecer célibes para poder dedicarse completamente a las tareas pastorales y sacramentales. Si bien el celibato ha sido una tradición importante en la Iglesia Católica, el autor cuestiona las implicaciones de esta norma, especialmente cuando se considera el impacto que ha tenido en la vida de muchos sacerdotes, algunos de los cuales han sido víctimas de la crisis de abusos sexuales que ha sacudido a la Iglesia en las últimas décadas.

La reflexión sobre el celibato debe ir más allá de la simple tradición. ¿Es una regla que realmente sirve al propósito de la Iglesia de promover una vida espiritual más profunda y comprometida, o simplemente perpetúa una disciplina que no responde a las necesidades de los fieles ni a las realidades humanas de los sacerdotes? El autor invita a una crítica seria sobre la pertinencia de mantener esta norma en un mundo que está cambiando rápidamente en términos de relaciones y de entendimiento de la sexualidad humana.

4. La opacidad ante los abusos

Un tema doloroso y profundamente relevante en el cristianismo contemporáneo es el cuarto mandamiento, que trata sobre la gestión de los abusos sexuales dentro de la Iglesia. Melero Pérez nos recuerda que, en muchos casos, la Iglesia ha optado por ocultar los delitos de abuso y no colaborar con la justicia, lo que ha permitido la perpetuación del sufrimiento de las víctimas y ha desacreditado gravemente a la institución. El autor critica duramente la complicidad de algunos miembros de la jerarquía eclesiástica en estos crímenes, señalando la urgente necesidad de transparencia y justicia dentro de la Iglesia.

5. Conservadurismo doctrinal

El quinto mandamiento resalta la necesidad de mantener la tradición sin permitir cambios, ni siquiera aquellos que surgen como respuesta a las realidades de un mundo en constante cambio. Melero Pérez señala que la rigidez doctrinal ha sido un problema para la Iglesia en el pasado, especialmente cuando se trata de abordar temas como la democracia, el feminismo o la igualdad de género. Este «mandamiento» refleja la tensión entre un cristianismo que debe ser capaz de adaptarse a las nuevas realidades sociales y una Iglesia que, por su naturaleza, ha tendido a rechazar cualquier novedad.

6. Alianzas con los poderosos

El sexto mandamiento propuesto por Melero Pérez invita a la Iglesia a formar alianzas con los poderosos de este mundo para garantizar su poder político, religioso, económico y moral. Según esta interpretación, la Iglesia debe mantener sus privilegios y colocar sus intereses por encima de cualquier otra institución, incluidos los intereses del pueblo o la justicia social.

Esta propuesta nos remite a una de las mayores críticas históricas que se han hecho a la Iglesia: su cercanía con el poder secular. A lo largo de la historia, la Iglesia ha sido criticada por sus vínculos con monarquías, dictaduras y gobiernos autoritarios, que le han permitido acumular riquezas, tierras y poder político. Este mandamiento refleja cómo la institución eclesiástica, en ocasiones, ha favorecido la conservación de su poder a través de alianzas estratégicas, en lugar de buscar una verdadera justicia social. A lo largo de la historia, este acercamiento a los poderosos ha generado numerosas tensiones, ya que la misión de la Iglesia es, o debería ser, la de servir a los pobres y oprimidos, como enseñó Jesús, no someterse al poder de los poderosos.

Este mandato plantea la pregunta: ¿es la búsqueda de poder y privilegio la verdadera vocación de la Iglesia, o debería ser más bien una institución que desafíe las estructuras de poder injustas, luchando por la justicia, la equidad y la dignidad humana?

7. El rechazo a los movimientos de base y la teología de la liberación

En el séptimo mandamiento, Melero Pérez señala el desprecio hacia los movimientos de base y a los teólogos de la liberación, como aquellos que buscan un cambio radical en la estructura jerárquica y patriarcal de la Iglesia. Estos movimientos, que luchan por una Iglesia más democrática, inclusiva y orientada hacia los pobres, han sido históricamente criticados y marginados por la jerarquía eclesiástica.

La teología de la liberación, que promueve la justicia social y una Iglesia comprometida con los pobres y los oprimidos, ha sido vista por muchos dentro de la Iglesia como una amenaza a la estructura tradicional y jerárquica. La condena de estos movimientos refleja una resistencia al cambio que ha caracterizado a muchas instituciones religiosas a lo largo de la historia. Sin embargo, el autor sugiere que la Iglesia debería reconsiderar su postura y escuchar las voces que piden una transformación profunda.

Si la Iglesia sigue negando el llamado de los teólogos de la liberación y de las comunidades de base, puede estar perdiendo la oportunidad de ser una verdadera fuerza de cambio y de justicia en el mundo. Es fundamental que la Iglesia se cuestione si su estructura debe seguir siendo rígida y elitista, o si debe adaptarse para ser más inclusiva, justa y cercana a las necesidades de las personas.

8. Castigos severos a los herejes

El octavo mandamiento propuesto por Melero Pérez hace una referencia explícita a la cruel historia de la Santa Inquisición, que castigaba severamente a aquellos que se consideraban herejes. Este mandamiento desafía la ética moderna y la concepción cristiana de misericordia, pidiendo que se recurran a castigos severos como la tortura y la quema pública de los herejes para mantener la ortodoxia de la Iglesia.

Este aspecto de la Iglesia es uno de los más oscuros de su historia, y a menudo se usa como una crítica sobre la intolerancia y la violencia en nombre de la religión. La Inquisición fue responsable de la muerte y el sufrimiento de miles de personas que simplemente se apartaban de la doctrina oficial de la Iglesia. En la actualidad, la idea de castigar severamente a los disidentes de la fe sería completamente incompatible con los principios de justicia, dignidad humana y respeto por las libertades individuales que predica el cristianismo.

La reflexión sobre este «mandamiento» resalta la contradicción entre el mensaje de amor y perdón de Jesús y las prácticas de represión que se llevaron a cabo en su nombre. En lugar de promover el castigo y la violencia, la Iglesia debe abrazar una ética de compasión, diálogo y entendimiento hacia aquellos que no comparten sus creencias.

9. La regulación del sexo y el matrimonio

El noveno mandamiento de Melero Pérez aborda la postura tradicional de la Iglesia sobre el sexo y el matrimonio, estableciendo que las relaciones sexuales solo se permiten dentro del matrimonio y que la procreación debe ser el único fin legítimo de la actividad sexual. Además, este mandamiento excluye a las parejas homosexuales del sacramento del matrimonio, considerándolas pecaminosas.

Este enfoque tradicional sobre la sexualidad y el matrimonio ha sido una fuente de controversia, especialmente en relación con los derechos de las personas LGBTQ+. En un mundo donde las concepciones sobre la sexualidad han evolucionado significativamente, la Iglesia se enfrenta a un dilema sobre si continuar sosteniendo su rígida postura sobre estos temas o si adaptar su doctrina a las realidades sociales contemporáneas.

Es importante preguntarse si la Iglesia debe seguir considerando la sexualidad exclusivamente desde una perspectiva reproductiva o si debe reconocer que las relaciones humanas y el amor pueden adoptar formas diversas que merecen ser respetadas y bendecidas. La misericordia, el amor incondicional y la inclusión deben ser los principios que guíen las decisiones eclesiásticas sobre el matrimonio y la sexualidad.

10. La postura frente al aborto y el divorcio

El décimo mandamiento de Melero Pérez se refiere a la postura intransigente de la Iglesia frente al aborto, incluso en casos de riesgo para la vida de la madre o de malformaciones graves en el feto. Además, propone una postura inflexible ante el divorcio, considerando el matrimonio como un vínculo eterno, sin importar las dificultades que pueda atravesar la relación.

La cuestión del aborto ha sido uno de los temas más polémicos dentro de la moralidad cristiana. La Iglesia mantiene una postura rígida sobre la prohibición del aborto, a pesar de las excepciones que muchos creen que deberían ser consideradas en casos de salud de la madre o malformaciones del feto. En cuanto al divorcio, la Iglesia sigue considerando el matrimonio como un sacramento indisoluble, lo que ha llevado a muchas personas a sentirse atrapadas en relaciones infelices o abusivas.

El mandato de este «mandamiento» invita a reflexionar sobre el papel de la Iglesia en la vida de las personas y si debería anteponer la misericordia y el entendimiento de las circunstancias humanas sobre una interpretación rígida de la ley. La misericordia cristiana debe ser capaz de atender las situaciones de dolor y sufrimiento humano, ofreciendo soluciones compasivas en lugar de condenas tajantes.

Conclusión:

Los diez mandamientos presentados por José Melero Pérez en Así es como Dios lo quiere ofrecen una crítica radical a la estructura y doctrina tradicionales de la Iglesia Católica. A través de estos mandamientos, el autor nos invita a reflexionar sobre la relevancia y la moralidad de las enseñanzas eclesiásticas en el contexto del siglo XXI. La Iglesia, como institución, debe revisar profundamente sus principios y prácticas para alinearse con los valores de justicia, compasión, inclusión y misericordia que Jesús predicó. Sin esta transformación, es difícil que la Iglesia siga siendo una guía moral y espiritual creíble en el mundo moderno.

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